La noche del último 22 de junio, al promediar las 10 de la noche, nos vimos sorprendidos por un movimiento telúrico que sacudió Lima, algunos sentimos algo similar a lo que vivimos aquella noche del 2007 con la tragedia que enlutó Pisco e Ica. Creo, y esto es una opinión personal, que poco o nada hemos aprendido de aquella experiencia tan traumática.

El Perú entero está lleno de “auto construcciones”, de aquellos inmuebles levantados con mucho ahínco y con muchos sueños, pero sin ninguna observación mínima de las características del suelo donde se levantan, donde ahorrarse unos soles es más importante que prever las consecuencias de ese irresponsable accionar.

Después de la noche en mención volvieron a saltar aquellas malas decisiones, construcciones que empezaron a ceder, paredes a punto de caerse, uniones resquebrajadas y demás estructuras con daños evidentes, todo ello por no contemplar la importancia del uso de suelos y los parámetros de construcción permitidos.

Las razones por las que algunas personas prefieran saltarse las normas básicas de una correcta construcción con muy variadas, y van desde el aspecto económico que mencionamos anteriormente, pasando por aquella criollada que nos caracteriza y por último la poca o nula fiscalización de las autoridades respectivas.

 Si tan sólo pudiéramos empezar a tener un panorama donde la prospectiva supere a la informalidad no tendríamos que lamentar noticias como el “desplome” de algún puente, ni de casas en la ribera de los ríos cediendo a la corriente o de ver las noticias año tras año de los damnificados por la llegada inevitable de los huaycos.

Una de nuestras labores como agentes inmobiliarios es revisar que toda la documentación de la propiedad que vayamos a comercializar (en alquiler o venta) esté correctamente en orden, que no existan vicios ocultos y que le aseguren a nuestros clientes que no están comprando un problema; del mismo modo, debemos cumplir la tarea de incentivar a nuestros clientes compradores a que, si compran un terreno, cumplan con todas las normas establecidas para lo que vayan a construir, por ejemplo, si compran un terreno.

Esto no es en vano, recuerdo que hace poco recibí el encargo de una familia para poder vender su casa; advertí que la casa donde habían vivido por más de 20 años figuraba en SUNARP como terreno pues no tenía declaratoria de fábrica, esto obviamente originó que el precio al que ellos aspiraban se redujera en un porcentaje significativo. 

Es importante también que seamos claros desde el principio con nuestros clientes (vendedores y/o compradores) y aclarar el panorama para que no existan sorpresas posteriores que dejen un sinsabor en quienes confían en nosotros como profesionales en el sector.

Tengamos siempre en cuenta que, para el correcto cumplimiento de nuestra labor, seamos cuidadosos en nuestro accionar y saber que lo que estemos captando sea lo correcto.

 

Por: Giancarlo Strat.

 

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